lunes, 5 de julio de 2010




No seria un delito practico para acólitos si ella no tuviese los antebrazos tan blancos.
Si su pelo no se rehusara a respetar una misma posición por más de un segundo…
Si los ojos no explotaran desde inmersos y burbujeados vértices al esplendor…
Si su boca no se contentara con enhebrar las palabras junto con la inédita nieve de verano…
Si su expresión no fuera de un matiz de Edén trasnochado y por momentos violado…
No seria un practico delito para acólitos si sus piernas no tuviesen la firmeza para sostener varios cielos uno sobre otro, varios puentes uno sobre uno, varios volcanes uno dentro de otro.